La nueva educación de los sexos es, antes que otra cosa, una cuestión de ideas: de las ideas que nos hacemos de esos sexos nuevos y de las consecuencias que se derivan de ellas. No podemos olvidar que la educación sexual ante todo es “educación”. Por tanto, no consiste en adoctrinar. Educar es incitar a descubrir valores. Y si se habla de sexualidad, se hace referencia a la forma de dar ideas para descubrir el valor del sexo, es decir, el valor del hecho de que las personas sean “seres sexuados”.
Raúl González expone en el siguiente artículo publicado por la revista Trabajadora de CCOO, que la Salud Sexual del Siglo XXI es más que la ausencia de enfermedad. Y que el placer y la satisfacción sexuales son componentes integrales del bienestar de la persona y requieren su reconocimiento y promoción universal. De esta manera, la nueva Educación Sexual tiene como marco de referencia la transmisión de valores éticos universales y la promoción de las capacidades de cada persona, para que estas puedan vivir adecuadamente sus relaciones interpersonales.